¿Estamos todos en el mismo barco?

 Que estamos viviendo unos tiempos muy complicados de gestionar y que lo que viene no tiene buena pinta, es algo totalmente asumido. De hecho, la situación es tan complicada que estamos ya a finales de agosto y todavía no he leído ni visto nada relacionado con el famoso síndrome postvacacional.

Esto es así para empresas y para empleados. Las primeras deben gestionar nuevas formas de organización del trabajo, buscar nuevas formas de financiación, adaptarse a la nueva normativa legal en tiempo récord (todavía recuerdo algún Real Decreto publicado a las 23:30 y de aplicación a partir de las 00:00), manejar la incertidumbre a la hora de tomar decisiones, afrontar definitivamente la digitalización (y rezar para que no sea demasiado tarde), etc. Todo esto, en la mayoría de casos, debe hacerse con la dificultad añadida de una disminución de ingresos muy notable por la caída de ventas. Por otro lado, los empleados tienen que seguir adaptándose a trabajar desde casa mientras piensan qué harán con sus hijos si de un día para otro no pueden ir al colegio. Muchos también deben manejar la incertidumbre de saber hasta cuando podrán mantener su puesto de trabajo. Otros, con algo más de suerte, gestionarán su economía doméstica dependiendo del ingreso que les toque este mes en la lotería del SEPE porque siguen de ERTE (el descontrol total y absoluto del SEPE no tiene nombre, pero eso ya sería otra entrada).



Durante mi vida laboral he oído muchas veces aquello de que "todos estamos en el mismo barco". Siguiendo con este símil, está claro que ese barco está en medio de una tempestad y sólo saldrá de ella si cada uno de los marineros aporta lo máximo de sí mismo. Para ello, es imprescindible que los que más han utilizado la frase, la crean realmente. Ahora mismo son muchos los directivos que sólo están mirando la cuenta de resultados de la compañía, dando por hecho que sus equipos ahora aceptarán todo sin rechistar porque "con la que está cayendo", no se pueden ir. Incluso muchas están cometiendo fraude de ley conscientemente y sin disimulo frente a los trabajadores: "yo te pongo en el ERTE, tú vienes a trabajar igualmente y ya te complementaré hasta el 100% (la parte del palo que te pegarán en la declaración de la renta del año que viene, ya la comentaremos a partir de mayo o junio de 2021)".

Cuando una empresa hace este tipo de cosas, demuestra que no es verdad que todos estemos en el mismo barco, porque cuando las dos partes lo está pasando mal, la empresa sólo defiende sus intereses. La cosa pinta mal, es cierto, pero no todo vale. Ahora más que nunca es el momento de demostrar con hechos todas esas teorías que hemos predicado durante años:
  • Flexibilidad: frente a la incertidumbre por ambas partes, tocará facilitar la conciliación en la medida de lo posible.
  • Comunicación: Si no queda más remedio que tomar medidas impopulares hay que cuidar muchísimo cómo y cuándo comunicamos. La transparencia es la mejor arma. Todos somos personas adultas.
  • Compromiso: Hay que cuidar el compromiso. No se trata de pedirlo a la otra parte cuando lo necesito. Hay que sembrarlo, regarlo y mimarlo. Son momentos en los que vamos a necesitar el compromiso de nuestros equipos, por ello, también debemos comprometernos con ellos.
Como ya he comentado, son tiempos de tempestad, pero alguien dijo que los buenos marineros demuestran su valía en estos momentos. Con el mar en calma, todos sabemos mantener el barco a flote.

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