Por qué no deberías dejar tu formación en manos de la empresa

En la última entrada, hicimos una comparación entre la relación de pareja y la relación entre empleado y empresa. Siguiendo con este símil, son muchos los empleados que, una vez consiguen un trabajo en el que se sienten relativamente cómodos, tienen la sensación de haber llegado al final del camino. Igual que hay gente que cuando se casa o se va a vivir en pareja cree que eso ya es para toda la vida, este tipo de empleados actúan como si ya hubieran hecho todo el esfuerzo necesario para mantener su empleabilidad. 

Por muchos años que lleves con alguien, si olvidas los detalles, si no le dedicas tiempo o si no escuchas sus preocupaciones y sentimientos porque prefieres ver la televisión, estás condenando tu relación. Sucede lo mismo a nivel laboral: si no te preocupas por seguir siendo un profesional que aporte valor, que esté al día de las nuevas tendencias en tu sector o que domine las herramientas disponibles, dejarás de ser importante para tu empresa. Pero posiblemente lo peor no sea eso, lo que más debería preocuparte es que dejarás de ser atractivo para el mercado, de forma que si tu empresa decide, por cualquier motivo, prescindir de tus servicios, estarás fuera del mercado.


Las empresas invierten en formación, pero lo hacen en función de sus intereses particulares, sus objetivos estratégicos y repartiendo su presupuesto entre todos los empleados de la organización.

Tengo un conocido que trabajaba en una empresa bastante grande. Aportaba muchos años de experiencia en su sector, pero tenía muchos problemas para utilizar las hojas de cálculo. Después de mucho tiempo en la mismo puesto, llegó la crisis financiera y la empresa decidió recortar personal. Para hacerlo, contrataron un servicio de outplacement. Cuando la consultora encargada del proceso entrevistó a mi conocido, le preguntaron por qué no había hecho ninguno de los cursos de Excel que le habían ofrecido en la organización, a lo que él contestó que no los había hecho porque siempre se los proponían fuera del horario laboral. Entonces, la chica que le entrevistaba le preguntó: "Pero ahora que está usted sin trabajo, ¿el problema lo tiene la empresa o lo tiene usted?"

Las empresas en general y los departamentos de RRHH en particular, debemos poner la formación en valor para las dos partes: el empleado y la empresa. Si la formación es eficaz, debería incrementar la empleabilidad del primero y la competitividad de la segunda.

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