Competitividad vs. productividad

Tras la reforma laboral llevada a cabo hace sólo unas semanas, últimamente oigo hablar mucho de Alemania, de sus minijobs y de lo productivos que son. Parece que la productividad es la gran asignatura pendiente del mercado laboral español. Sin embargo, me planteo si lo realmente importante es ser productivo o ser competitivo. Muchas veces se confunden los dos términos hasta el punto de utilizarlos erróneamente.

La competitividad es la capacidad que tiene una empresa para destacar sobre sus competidores y aportar valor añadido a sus clientes por un precio igual o inferior. Por lo tanto, cuando hablamos de competitividad siempre comparamos una empresa con otra/s.

En cambio, la productividad es la capacidad que tiene la empresa para producir lo mismo con un gasto menor que sus competidores. Este criterio también puede aplicarse a cada trabajador de forma individualizada, es decir, será más productivo el trabajador que consiga un mismo resultado por un menor precio.



Si lo pensamos, encontramos países en América Latina o en Asia con una productividad muy elevada y una competitividad nefasta. Son países que fabrican muchos de los productos de poca calidad que consumimos día a día.

La situación de crisis actual está llevando a muchas empresas a tomar decisiones considerando únicamente la productividad. Esto tiene como consecuencia la obsesión por reducir costes de dónde sea con efectos inmediatos, aunque esto tenga como efecto colateral una reducción de la calidad del producto/servicio y, por tanto, un decremento de la competitividad. Veamos un ejemplo:

Imaginemos dos carpinterías iguales situadas en un mismo barrio de la misma ciudad. Hasta ahora los resultados económicos de las dos empresas han sido idénticos. Las dos están viviendo una situación de crisis pero mientras la carpintería A sigue invirtiendo en maquinaría y personal, la B ha decidido prescindir de un buen carpintero porque era muy caro y tampoco está invirtiendo en comprar nuevas máquinas y mantener las existentes en buenas condiciones. A corto plazo, parece claro que la productividad de la carpintería B será mejor que la de la carpintería A. Sin embargo, cuando B empiece a dar plazos de entrega más largos porque no dispone de materiales apropiados y personal cualificado para realizar el trabajo, la competitividad de A será superior a la de B y acabará ganando más clientes.

En resumen, creo que es más importante mantener la competitividad a medio o largo plazo que aumentar la productividad a toda costa. 

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