El Covid19 ha salvado a RRHH

Es increíble como nos ha cambiado la vida a todos en tan poco tiempo. Algo tan pequeño que es invisible para nuestros ojos a simple vista, ha puesto patas arriba el mundo y esto, evidentemente, supone un varapalo para la economía mundial y nuevas reglas de juego, hasta ahora desconocidas, para el mercado laboral.

Tal vez sea casualidad, pero cuando hablo con colegas de profesión últimamente noto el cansancio lógico de la sobrecarga de trabajo pero también un cierto abatimiento, pesimismo, preocupación... A priori, nada que no sea normal teniendo en cuenta cómo han sido los últimos meses. Además de las preocupaciones que pueda tener cualquier persona en esta época, nos está tocando lidiar con una sobrecarga brutal de trabajo, el estrés de tener que tomar decisiones en medio de una incertidumbre absoluta y ejerciendo de bisagra entre el nerviosismo de nuestros CEO y el de nuestros equipos.

Una vez leí en algún sitio que los buenos marineros demuestran su valía en la tempestad, ya que con el mar en calma cualquiera es capaz de mantener el barco a flote. 

Durante muchos años hemos hablado de resiliencia, de entornos VUCA, de automotivación... Con estas ideas y un poquito de sal y pimienta, muchos se han autoproclamado Gestores de Felicidad de los empleados y han aportado para la historia de las empresas fotos superchulis en Linkedin de gente que, en ocasiones, rozaba el ridículo (lo siento si alguien se me enfada, pero lo de los Gefes me parece la moto más grande que se ha vendido desde RRHH desde que me dedico a esto). Sin embargo, ahora que vienen mal dadas, han sido los primeros en desaparecer, demostrando que todo era una cortina de humo y no han sido capaces de aplicar nada de lo que explicaban con tanto entusiasmo.

A lo mejor, esta situación ha salvado la profesión, porque ya nadie habla del síndrome postvacacional, ni del futbolín en la oficina, ni del día de la fruta (al final nos hubieran sustituido por un nutricionista guapísimo que jugaría con nosotros a la Play los lunes por la tarde.

Pero entonces, ¿qué necesita la gente? Repasemos un poco de teoría clásica y desempolvemos la pirámide de Maslow:


En cuestión de pocos meses, la mayoría de las personas han caído al segundo escalón y algunos incluso al primero (poco han descansado colectivos como los sanitarios o los laboralistas). La ventaja del primer confinamiento fue creer que veríamos la luz al final del túnel, que esto pasaría en unas semanas. Ahora es mucho más duro porque empezamos a asumir que esto ha venido para quedarse y eso si que supone un entorno VUCA de verdad.

Es muy complicado dar confianza y seguridad a la gente cuando las cosas cambian de forma tan exagerada de un día para otro, cuando la tasa de paro se va a disparar hasta límites nunca vistos anteriormente, cuando algunos sectores van casi a desaparecer y cuando empezamos a entender que muchas de las personas que siguen en ERTE a estas alturas no van a volver a sus empleos. Pero, del mismo modo que el primer paso para motivar era no desmotivar, el primer paso para aportar cierta seguridad es incrementar la sensación de inseguridad. 

Gestionar ahora es muy complicado y debemos asumir que nos vamos a equivocar en muchas cosas, pero lo más importante es no lanzar mensajes contradictorios, cuidar mucho la comunicación y tratar a las personas como seres adultos y responsables. Por ejemplo, en algunas comunidades se están aplicando restricciones sin explicar los motivos, por lo que seguramente la alineación de una buena parte de la ciudadanía que se pueda plantear si esas medidas son acertadas, será mínima. En cambio, si explicamos por qué un toque de queda a partir de X hora es efectivo, mucha más gente lo aceptará de forma responsable y no solo por temor a la multa.

Hay que explicar por qué tomamos las decisiones que tomamos y, si nos da miedo hacerlo, posiblemente es porque no debemos tomarlas.

Ahora más que nunca, el papel de los departamentos de RRHH es estratégico y fundamental. Es momento de tempestad, de buenos marineros. No vale esconderse, ni quejarse: hay que trabajar. ¡Nosotros lo valemos!


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