¿Por qué decidimos que alguien sea nuestro líder?

El liderazgo y las cualidades del líder son, posiblemente, los temas sobre los que más se ha escrito sobre el management. Hay infinidad de libros, artículos, conferencias… En casi todos ellos, se pone el foco en la figura del líder, obviando el papel del resto del equipo. ¿Cómo debe comportarse un buen líder? ¿Cuáles son sus principales cualidades? ¿Cuáles son los estilos de liderazgo?

Todo líder necesita un grupo de personas. Si no interactúas con otras personas, no lideras. ¿Qué lleva a las personas a decidir libremente que alguien sea su líder?

Después de analizarlo, hay una razón que resume todas las demás:
Decidimos que alguien será nuestro líder porque pensamos que eso será lo mejor para nosotros.
Es decir, es un acto totalmente egoísta pero natural, ya que se basa en el principio de supervivencia.

Al poco tiempo de nacer, los niños escogen a sus padres como líderes. Quieren parecerse a ellos y les copian, confían en lo que les dicen, acuden a ellos cuando tienen cualquier problema. No es de extrañar: los padres actúan como protectores de sus hijos, les facilitan alimento, recursos y les ayudan a integrarse a la sociedad. Y esto es así incluso cuando los padres toman decisiones que no gustan a los niños. Un castigo no gusta, pero incluso en ese momento, el crío seguirá pensando que sus padres le están ayudando mucho más de lo que le perjudica ese castigo. En el fondo, esa situación también ayudará al niño a conseguir sus objetivos a largo plazo (o así debería ser).


En el mundo laboral sucede lo mismo. Seguimos a alguien porque pensamos que eso es lo mejor para el grupo del que formamos parte e incluso para nosotros mismos de forma individual. Esto puede no ser así en realidad, pero si nuestra percepción de la realidad es que esa persona asuma la responsabilidad de liderar es bueno para nosotros, le seguiremos.

Por eso es tan importante que los líderes tengan la capacidad de saber observar, identificar las tendencias y reconocer las necesidades de cada persona. Sólo de esta manera podrá aportar aquello que cree que necesitan en cada momento.

Esta relación se sustenta en la confianza. Si no confiamos en una persona, difícilmente llegaremos a la conclusión de que tomará las mejores decisiones para nosotros. 

Por lo tanto, el líder genuino debería saber que en él descansan las esperanzas, aspiraciones, voluntades y necesidades de más de una persona. Pero el primer paso de esa relación es la creación de un entorno de confianza. El líder dejará de serlo en el mismo momento que alguno de los miembros del grupo se sienta traicionado.





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