¿Cuál es el mejor estilo de liderazgo?

Basta con escribir en Google la palabra "liderazgo" para que aparezcan más de 19 millones de resultados, así que sobre esta temática ya está todo inventado. Una de las partes más conocidas y populares es la distinción entre 3 tipos de liderazgo: autoritario, democrático y liberal o laissez faire.

En pocos días impartiré de nuevo un curso para mandos intermedios sobre este tema. Uno de los ejercicios que deben hacer los asistentes es cumplimentar un breve cuestionario que les indica cuál es su estilo predominante entre estos tres. He impartido varias veces esta formación y siempre sucede que el estilo predominante en la mayoría (o la totalidad) de asistentes es el democrático. Siempre tengo la sensación de que cuando descubren el resultado se quedan tranquilos después de imaginar la posibilidad de que el cuestionario dijera que eran autoritarios delante de sus compañeros.

Socialmente está aceptado que el estilo democrático es el mejor y el autoritario el peor. Sin embargo, en el día a día de las empresas, no existe un estilo mejor y otro peor, sino que existe un estilo que se adapta mejor o peor a cada situación, considerando el contexto y la persona a la que se tiene que liderar.

Las primeras decisiones de formaciones políticas como Podemos o la CUP se tomaban en asambleas. Esto hizo que, decisiones importantes y urgentes, se demorarán mucho más de lo deseable por la necesidad de lograr un acuerdo. Imaginemos que se quema el edificio: ¿vamos a convocar una reunión de 10 personas para llegar al acuerdo de si evacuamos o no? Antes de exponer los detalles de la situación, ya nos habremos quemado. Por lo tanto, en estas situaciones es necesario que el líder decida, aún con el riesgo de equivocarse en su decisión.

Supongamos ahora que en nuestro departamento debe realizarse una tarea compleja. Independientemente del estilo de liderazgo con el que nos sintamos más cómodos, deberemos analizar a quién vamos a delegar este trabajo y la forma en que lo haremos. No debemos actuar de la misma manera con una persona veterana en el departamento, que ha realizado muchas veces la tarea que con una persona que lleva pocas semanas en la empresa y nunca ha realizado este trabajo. A la primera le indicaremos lo que necesitamos, la dejaremos trabajar y por último supervisaremos el resultado. Si procedemos igual con la segunda, el desastre está asegurado porque, además, en su afán de demostrar su valía en los primeros días en la empresa, será incapaz de reconocer sus limitaciones. Por lo tanto, lo correcto será explicarle lo que necesitamos, y detallarle paso a paso cómo debe realizar el trabajo. Además, será conveniente que supervisemos directamente cada una de las tareas que realiza, para asegurar que no "mete la pata" hasta que domine la tarea.

En definitiva, no existe un estilo mejor que otro, sino estilos que se adaptan mejor a cada situación. Y sí, en ocasiones, un líder autoritario puede ser la mejor opción.

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