5 mentiras de los gurús de RRHH

En la época de la marca personal, RRHH debe venderse bien. Nuestro producto es el resultado de nuestro trabajo y por ello nos pagan. Hay que cuidar todos los aspectos para que el cliente (quién nos paga) quede, como mínimo, satisfecho. Eso sí, en el mundo comercial hay una máxima universal: Nunca se puede mentir al cliente. Hacerlo supone perder su confianza y ésta es básica en las relaciones comerciales. Evidentemente puedes reforzar la parte de la verdad que más te interese y pasar por encima otros aspectos, pero nunca mentir.

Lo cierto es que, si de mí dependiera implantar un departamento de gestión de personas en mi empresa, me generarían muchas dudas los siguientes argumentos: 
  1. La motivación de la plantilla depende de una buena gestión de RRHH. Cuando un empleado empieza en un trabajo nuevo, se siente nervioso, ilusionado, con miedo a no encajar. Su nivel de motivación ese primer día, en el que RRHH no ha tenido tiempo de hacer nada salvo alguna entrevista o prueba, suele ser máximo. A partir de ahí, su desencanto empieza a crecer y con el tiempo puede caer en la desmotivación total. Es decir, en general, la gente viene motivada de casa. Nuestro trabajo es evitar la desmotivación. 
  2. Ahora ya no somos técnicos de RRHH, somos gestores de felicidad. ¿En serio tenemos luego la cara de pedir a los managers una actitud humilde en su gestión de equipos? Quiero pensar que quien se vende como tal, no sabe qué es salir a pasear en bicicleta con sus hijos, tomarse una cerveza con los amigos o escaparse un fin de semana con su pareja. Comparar estos momentos con colocar un futbolín en la empresa me parece un insulto al sentido común.
  3. El currículum ha muerto y ahora la gestión del talento se trabaja en el mundo 2.0. Una cosa es que las redes sociales sean una extraordinaria herramienta para reclutar ciertos perfiles y otra que los canales tradicionales hayan muerto. Las ofertas de empleo en Infojobs aumentaron un 21% en agosto (y así desde hace ya varios meses)
  4. Los millenials. Sí, así, tal cual. Los millenials son mentira, son una etiqueta inventada. De la misma manera que las operadoras de telefonía empezaron a llamar buzón de voz al contestador automático para venderlo como una gran revolución, ahora llamamos millenials a un grupo de personas que nacieron entre unos determinados años para hacer ver que son completamente distintos del resto de los mortales por haber nacido a partir de 1980 pero antes de 1995. En teoría son gente enganchada a la tecnología (¿queda alguien en el mundo que no esté enganchado a su smartphone?), a los que les encantan los desafíos (como a cualquiera que se los pueda permitir), dan más prioridad a la conciliación de la vida familiar (tú también, ¿no?), les gusta trabajar por su pasión (hombre, pudiendo elegir, ¿quién no?), valoran tener autonomía en el trabajo (¡qué sorpresa!). Vamos, que uno empieza a hablar de Millenials y piensa en Google para acabar dándose cuenta de que todo su entorno piensa y quiere exactamente lo mismo, independientemente de su año de nacimiento.
  5. Todo es posible si te lo propones. Con el auge del coaching, se han puesto de moda los gurús que defienden que basta con imaginar algo para que suceda, sin considerar tus características o habilidades. Basta con esforzarse y listos. Esto aplicado al deporte ha hecho crecer el número de lesiones musculares de forma bárbara, porque ahora todo el mundo puede correr una maratón y además hacerlo por debajo de un tiempo determinado. El esfuerzo es una condición imprescindible, pero no suficiente. 
Decidido: Si dependiese de mí crear un departamento de RRHH contrataría a profesionales que me digan que van a escuchar a la plantilla, que mejorarán determinados KPIs y que van a aplicar mucho sentido común en su día a día.

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