Ya hemos hecho un ERE, ¿y ahora qué?

Un proceso de reestructuración tiene dos tipos de víctimas: los que se van de la empresa y los que se quedan. Sobre los primeros se ha estudiado mucho más y son el grupo mejor atendido psicológicamente. Además, habitualmente reciben indemnizaciones que los permiten vivir dignamente. Evidentemente, salir de una empresa vía ERE no es agradable, pero en muchas ocasiones nos olvidamos de los supervivientes, que sufren también efectos negativos.

Las personas que dejan la empresa sufren los siguientes efectos:



  • Sufren costes personales y sociales
  • Aumento de la ansiedad, trastornos psicosomáticos y depresión
  • Si encuentran otro trabajo, habitualmente es con un sueldo significativamente más bajo, con el que pierden poder adquisitivo.
  • Si después de encontrar un nuevo trabajo vuelven a ser despedidos pueden vivir un proceso acumulativo de estrés que puede tener consecuencias mucho más peligrosas.

Los supervivientes sufren los siguientes efectos:


  • No reciben ninguna compensación económica
  • Tienen que hacer el mismo trabajo que antes pero con menos mano de obra
  • Pueden convertirse en trabajadores desmotivados, cínicos e inseguros
  • Se produce una pérdida significativa de confianza en el empresario
  • Sentimiento de culpa



Varios estudios han hablado del "Síndrome del superviviente" como un cuadro complejo de reacciones y conductas de las personas que han sobrevivido a un acontecimiento fuertemente traumático. Desde el punto de vista de una reestructuración este acontecimiento sería el impacto del "downsizing" sobre las personas que se quedan a la organización.

Después de un proceso de reestructuración, las empresas sufren el siguientes síntomas:

  • Aumento del absentismo
  • Aumento del presentismo
  • Baja moral de la plantilla
  • Bajo nivel de satisfacción
  • Pérdida de confianza en el emprendida
  • Empeoramiento de las relaciones interpersonales
Esta situación repercute directamente sobre la productividad en un momento clave, porque después de una reestructuración es cuando la empresa necesita más apoyo y disponibilidad de los empleados.

Para minimizar las consecuencias negativas de la reestructuración, que pueden ser catastróficas en algunos casos como los de Sintel o France Telecom, la empresa tiene que intentar:

  • Mantener una actitud realmente negociadora desde el principio.
  • Facilitar información adecuada, oportuna y objetiva. Este factor acontece fundamental para afrontar la reestructuración.
  • Dar formación sobre las posibilidades de recolocación de los despedidos. Se les tienen que facilitar herramientas que fomenten su empleabilidad.
  • Se requiere el apoyo de las administraciones públicas, sobre todo en el caso de las pymes.
  • El Servicio de Prevención de Riesgos Laborales tiene que gestionar los riesgos psicosociales de los supervivientes.
  • RRHH tiene que jugar un papel activo, resolviendo problemas de organización y ordenación del trabajo.
  • Los directores tienen que dar apoyo social a los mandos intermedios.

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